Alegría, esperanza y paz eternas

¿Cómo es el cielo?

Para poder entender mejor su sentido y sus implicaciones prácticas en nuestra vida. Para presentarla en un lenguaje y en un marco que tenga que ver con nuestra vida y nuestras inquietudes... Hoy te propongo hablar del "cielo". Es para plantearte directamente la pregunta: ¿qué idea tenés del cielo? ¿Te atrae el cielo? ¿Tenés ganas de llegar a él? Porque me da la sensación de que el cielo no es demasiado atractivo para muchos cristianos de hoy... ¿Por qué será? ¿Estaremos demasiado apegados a esta vida o lo habremos entendido mal? Tratá de definir qué es el cielo para vos... Con palabras comprensibles para cualquiera... ¿Qué resulta? ¿Lo conversamos?

1. La representación popular del cielo La pregunta está hecha y tenemos que responderla: ¿qué piensa la gente normalmente del cielo? ¿Qué idea del cielo se trasmite en la cultura habitual de nuestro catolicismo?

"El cielo es el lugar del descanso eterno". "El cielo es el premio que reserva Dios a los que han sido buenos y fieles en esta vida". "El cielo es el lugar de la paz y la felicidad eternas". "En el cielo contemplaremos eternamente la gloria de Dios". "El cielo es el conjunto de todos los bienes sin mezcla de mal alguno"...

¿Te suenan verdad? Las has oído o empleado en alguna ocasión. Y sabés que son ciertas. Pero, igualmente, persiste en vos -y en muchas personas- una cierta sensación de frialdad, de ausencia, de aburrimiento... Como que les falta algo a esas definiciones. Algo que dé claramente la idea de alegría y de felicidad desbordante. Algo que responda a nuestros ideales más profundos...

Voy a tratar de resumirte en diez ideas muy sencillas lo que yo creo que es el cielo, cómo me lo imagino y porqué para mí el cielo es sinónimo de amor, de plenitud, de vida insuperable y de futuro anhelado.

2. Hacia una comprensión más atractiva del cielo* El cielo es la vida en plenitud¡ Cómo nos hacen sufrir en nuestra existencia las limitaciones de la vida en nosotros o en nuestros seres queridos: la enfermedad, las incapacidades físicas, los síntomas de caducidad y de envejecimiento...! ¡Y cómo nos asustan los riesgos de un daño físico, de una herida, la pérdida de un miembro o de un sentido...! ¡Y no hablemos del gran fantasma que está siempre ahí en el horizonte de nuestra vida: la muerte! El cielo es la superación definitiva de todo eso. El cielo es la posesión y el gozo de la vida en plenitud y para siempre, como efecto y don para todos de la resurrección del Señor. El cielo es energía y vigor, es juventud que no pasa y madurez que no se termina. En el cielo no existirán la enfermedad o la incapacidad, el dolor o el envejecimiento... Y, sobre todo, en el cielo la muerte habrá sido definitivamente vencida.* El cielo es amor inagotableEl amor o el desamor son las palabras claves de nuestra existencia. Nos sentimos realizados y felices cuando somos queridos y cuando podemos amar. Nos sentimos desgraciados y tristes cuando sentimos que nadie nos ama o cuando nuestro amor no es correspondido... El amor está en la base de todas y cada una de las realizaciones que hacen crecer a los individuos y a los grupos humanos. Y las múltiples formas del desamor son la raíz de la infelicidad personal o social. El cielo es la posesión plena del amor. Porque es la unión definitiva con Dios que es amor, mejor dicho, que es "el Amor". Y ese amor de Dios nos hará sentirnos perdonados, abrazados, valorados, dignificados, enaltecidos, plenificados... En el cielo desaparecerán el egoísmo, el odio, la violencia, la marginación... Y reinarán para siempre el amor, el perdón, la comprensión y la comunión perfecta de cada uno con Dios y de todos entre sí.* El cielo es reencuentro y comunión con los seres queridosUna de las cosas que más nos hacen sufrir en esta vida es la separación o la pérdida de nuestros seres queridos. O las incomprensiones y rupturas que pueden producirse entre ellos y nosotros. Sin ellos o separados de ellos algo nos falta, nuestra felicidad no puede ser completa... Y la añoranza y el recuerdo y, a veces, el reproche y la culpa, se instalan en nuestro corazón y en nuestra vida.

El cielo será el reencuentro con todos nuestros seres queridos y la vivencia del cariño y la unión sin ningún límite o barrera. En el cielo conoceremos y conviviremos con aquellos miembros de nuestra familia de los que tanto nos hablaron pero a los que nunca conocimos... Más aún, en el cielo nos sentiremos "en familia" con todos los seres humanos. Porque más allá de los vínculos de la sangre o el apellido, nos sentiremos miembros de la única y gran familia de todos los hijos de Dios.* El cielo es descanso para siempre¡Cómo marcan nuestra vida la agitación, el apuro, el vértigo de la actividad, el ruido y la ansiedad! ¡Cómo afectan a nuestra salud y a nuestras relaciones el cansancio y el agotamiento físico o mental! ¡Cómo necesitamos y anhelamos los momentos de descanso y de tranquilidad, de serenidad y de calma!

El cielo es descanso y serenidad para siempre. Pero no aburrimiento o falta de horizontes atractivos. No sé cómo ni de qué manera pero el cielo es actividad tranquila, es dinamismo sereno, es acción gozada en paz. Pero vivido en la calma y en la plena posesión de nuestra conciencia y nuestra libertad. Expresado en un lenguaje más casero podríamos decir que el cielo es no tener que trabajar nunca más y poder estar de vacaciones para siempre.* El cielo es verdad y comprensión plena de la vida y de la historiaRealmente cómo se comprueba en nuestra vida a cada momento aquella frase de Jesús: "la verdad les hará libres", que podríamos completar con la tesis complementaria: la mentira esclaviza. ¡Cómo suspiramos con frecuencia por descubrir la verdad escondida en las personas o en los acontecimientos! ¡Cómo quisiéramos conocer el sentido de tantas cosas y las razones verdaderas de tantos procesos históricos! El cielo nos dará la posesión plena de la verdad. En el cielo nos comprenderemos plenamente y entenderemos todo lo que en este mundo nos mantenía en la incertidumbre o en la duda. En el cielo no habrá más máscaras, ni hipocresías, ni disimulos ni engaños. Triunfará, sencilla, profunda y liberadora, la verdad. La verdad de la naturaleza, la verdad de la persona humana, la verdad de la historia, la verdad del Plan de Dios.* El cielo es justicia y paz consumadasLa injusticia y la violencia, la falta de respeto a los derechos de cada ser humano y la guerra son uno de los atentados mayores al anhelo de felicidad que todos sentimos, uno de los factores que provoca más dolor y más angustia en nuestra sociedad, una de las causas que convierten este mundo -pensado para ser tierra de justicia, de convivencia fraterna y de paz- en un infierno para muchos seres humanos, agredidos, marginados o injustamente tratados.

El cielo será el triunfo definitivo de la justicia y de la paz, la superación de todos los atentados contra la dignidad de la persona, el reconocimiento de los derechos de cada ser humano, la implantación de la armonía y la concordia para todos los pueblos, las razas y los grupos. Y todo ello ratificado por la palabra y el veredicto definitivos e inapelables del Juez Supremo y Universal, del Padre de todos, del Dios Único y Verdadero. * En el cielo viviremos la tierra renovadaNo podemos aceptar fácilmente que no haya nada de nuestra tierra en el cielo. Porque, más allá de todo lo que nos hace sufrir, en esta tierra hay muchas cosas hermosas, en este mundo hemos trabajado mucho para el desarrollo auténtico, en nuestra historia ha habido y sigue habiendo esfuerzos formidables por mejorar la vida y la convivencia de la humanidad. Y todo ello no puede desaparecer... El cielo nos entregará nuestra tierra renovada. La Sagrada Escritura tiene descripciones hermosísimas y esperanzadoras de los tiempos mesiánicos y nos habla de "un cielo nuevo y una tierra nueva donde habite la justicia". Viviremos -con nuestras personas transformadas por la energía de la resurrección- todo aquello que haya sido fruto de la verdad y la honradez, de la justicia y del amor. Todo ello será ratificado por Dios y formará parte de nuestra eternidad feliz.* El cielo es alegría y felicidad desbordantesLa vida nos enseña que la felicidad, y su manifestación concreta que llamamos alegría, no son independientes del conjunto de circunstancias de nuestra vida. Por eso son tan difíciles y tan frágiles. Tan deseadas y tan inalcanzables para muchos que ven su vida amenazada o carente de elementos básicos como el pan o el trabajo, la salud o el amor. El anhelo y la lucha por la felicidad son características de nuestra precaria existencia en el tiempo y de nuestra condición humana.

Todo ello será superado en nuestra vida en el cielo. En el cielo no habrá limitaciones ni carencias de ningún tipo. Viviremos la plenitud de la vida, de la verdad, de la justicia y de la paz. Y, sobre todo, viviremos la posesión del amor y del encuentro con Dios que nos llama a la comunión total y definitiva con Él. Por eso el cielo es alegría y felicidad sin límites. Una felicidad y una alegría que no podemos imaginar ni soñar siquiera. Porque participaremos de la alegría del mismo Dios.* El cielo es fiesta y celebración eternasFestejar y celebrar son dos necesidades y dos permanentes anhelos humanos. Están en el núcleo y en las expresiones de cada cultura, en la vida de cada grupo humano. Lamentablemente muchas veces la vida, esta vida, no nos da oportunidades de festejar. Hay más espacio para el miedo y el duelo que para la celebración. Hay muchas nubes en el horizonte que hacen de la fiesta una pretensión sin sentido o una evasión egoísta y frívola. En el cielo no habrá más nubes de dolor, desgracia o incertidumbre. La vida, el amor y la paz habrán tomado posesión de cada persona, de la humanidad en su conjunto, de toda la historia... Y podremos festejar. Festejar la sabiduría, la omnipotencia y el amor misericordioso de Dios. Festejar la comunión y la unidad de todos los seres humanos hermanados en una gran familia. Festejar el triunfo del amor sobre el odio y de la paz sobre la violencia.* El cielo es el triunfo de Jesús y su ReinoHemos reflexionado muchas veces sobre cómo la clave de nuestra fe es Jesús. Él es el centro de la historia humana, el único que ha dado sentido a nuestra existencia... La vida del Señor pasó por la humillación y el dolor, por la muerte injusta y por el fracaso aparente de su proyecto de traer a este mundo el Reino del Padre. En la vida de Jesús se enfrentaron los valores del Reino y los poderes del anti-Reino y triunfaron estos últimos... Pero Dios tuvo y tiene la última palabra. Y esa palabra fue la resurrección de Jesús y su proclamación como Señor de la historia, como Triunfador de la muerte y el pecado, como Aquél ante quien todos deben doblar la rodilla... El cielo es el triunfo de Jesús y la instauración definitiva del Reino de Dios. Es el Aleluya incontenible de todos los salvados por el amor y la entrega del Señor que se sienten unidos a la victoria de su Maestro y Jefe.

¡Ven, Señor Jesús!

Al final de nuestra charla te hago una sola pregunta: "ahora, ¿querés ir al cielo?

Que el Señor Jesús te regale alegría, esperanza y paz.




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